miércoles, 12 de noviembre de 2014

Alex Rovira. Porque creer más crear es igual a lograr.


INFORMA: Mª José Andrade
Fotografías: Mª José Andrade


“Michael Eisner, presidente de la compañía Disney, se dirigía a sus trabajadores con un contundente thinking big -piensa a lo grande-...¿cómo hay que pensar?”. Así comenzaba Alex Rovira, escritor, conferenciante y emprendedor español, su intervención en el Congreso de Directivos 2014, celebrado en Sevilla.
   
Rovira se paseaba por un amplio escenario y comenzaba su conferencia Creer, Crear, Lograr, ante un numeroso público entre los que se encontraban más de 300 estudiantes que  rompían el silencio con sus aplausos y risas ante las ocurrencias del protagonista. La primera cuando se refirió a su presentador, Luís Miguel Martín Rubio, que, con su arranque torero, hizo que Rovira reconociera que lo había dejado “anonadado”, por esa presentación tan sentida.

“¿Podemos lograr lo que queremos?. Si no creemos, no creamos y si no creamos no podremos lograrlo”. De esta manera el escritor empezaba a desgranar los tres verbos que conjugan la realidad. De una manera estructurada y utilizando cada uno de ellos como epígrafe.

La paradoja del vaso medio lleno o medio vacío, la convirtió en una historia de dos vendedores de zapatos en un país donde todos iban descalzos. Mientras que uno decía que no se vendería nada, el otro afirmaba que los venderían todos. Afirmaba que la mirada es la que condiciona el mundo, la postura existencial. Incitaba para que estableciéramos un diálogo interno con el otro y una construcción con la realidad.

El conferenciante se refería a la crisis como un revulsivo que nos ha hecho más exigentes y afirmaba que sin una psicología sana, no podría haber una economía sana.

Pero como una historia vale más que mil argumentos, se sirvió del diario de vida de Dick Hoyt. Un relato que hizo que nuestra mirada hacia el otro, condicionara nuestro ánimo y por lo tanto nuestro pensamiento.

Jamás sin ti, es el documento gráfico del que se sirvió Alex Rovira, para ejemplificar lo que significa Creer. Teniente coronel de los Estados Unidos, Dick Hoyt no era amante de los deportes. Su fobia al agua le impedía nadar, pero una discapacidad de su hijo, adquirida a la hora de nacer, provocará en él la voluntad de cambiar lo que los médicos diagnosticaron: la inmovilidad y la incomunicación total. Desde el principio Dick Hoyt luchó para eso no fuera así. Cuando vió la computadora que ayudaba a Stephen Hawking a comunicarse con el mundo, decidió que ese aparato sería lo que le ayudaría a hablar con su hijo.

“¿Hijo me entiendes?. Por supuesto, papá”. Esa será la primera frase que transcriba al ordenador. A partir de ese momento, padre e hijo sellarán un trato que los unirá para siempre: si estudiaba y terminaba una carrera universitaria, el padre se prepararía para cumplir el deseo de su hijo: correr juntos.

Hoyt se preparará a conciencia y se convertirá, junto a su hijo, en campeón de triatlón de su categoría. Gracias a la inspiración del padre, el hijo es hoy en día un experto en sistemas de ayuda a discapacitados,  conferenciante internacional y tiene un nivel intelectual por encima del 120%.



Tras ver el vídeo, el auditorio aplaudía lleno de emoción. Todos sentían que el esfuerzo es fundamental para conseguir lo que el ser humano se proponga. Si él había podido, por qué nosotros no.
Rovira afirmaba que el esfuerzo es una pieza más en el camino de la especialización y que el mensaje está en la acción y en la coherencia, y que sin valores no puede haber valor. Dick Hoyt fue una piedra de apoyo para su hijo y esto tiene que servirnos a todos para que seamos piedras de apoyos, los unos para los otros. Para crear vínculos que nos unan. Concentrarnos en pequeñas victorias (por ejemplo un examen) y revindicar el reconocimiento y el aprecio por los demás.

Rovira ya había hecho Creer a los presentes y ahora comenzaba a Crear. Con una frase del filosófo, Ortega y Gasset, abría la segunda parte de su intervención: Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande.



Nadie sabe lo que va a pasar en el futuro, afirmaba, pero hizo un resumen del mañana que ya es hoy y que ocupa parte de nuestras vidas: la demografía se duplicará, la esperanza de vida aumentará, el mundo se moverá en la red, la economía de hoy es internet. Ya vivimos en una realidad aumentada, donde los automóviles se aparcan solos. Utilizaremos materiales milagrosos como el grafeno, las compras se realizarán colectivamente, lo que dará lugar a una nueva forma de economía. Los cables desaparecerán, la nanotecnología generará inventos que ayudarán al ser humano a sobrevivir en situaciones extremas. Habrá más turismo (más de cien millones de chinos viajarán, en 2018, fuera de China). Serán necesarios más artesanos, por lo que se generarán nuevas profesiones. Habrá más cooperación en un mundo que pide transparencia, ética y sentido de la cooperación.





Alex Rovira insistía en que son necesarios los valores para generar valores, esperanza para que nuestra realidad sea como queremos que sea y anticipación para el mundo que está por venir, porque una vez  que creamos y creemos, será más fácil Lograr.

Todos los que escuchaban la conferencia respaldaban las frases contundentes que llenaban la gran sala donde se concentraban casi dos mil participantes: “hay que tener compromiso, amar y querer, aprender y saber, poder y saber, crear y llegar”.

Y Rovira, ahora sí, se dirigía de tú a tú a todos los que allí nos encontrábamos y animaba a la empresa a crear una cultura del talento para que nos oriente al futuro y a ser responsable porque  será la que cambie el mundo. Un mundo donde la ética será el factor que cohesiones los demás valores y donde todos, al igual que Dick Hoyt, lograremos lo que nos propongamos creando y creyendo en nosotros mismo y en los demás.


EPÍLOGO: Ojalá mi querido amigo Berto, también en silla de ruedas por el mismo motivo que el hijo de Dick Hoyt, hubiera visto sus vídeos. Hizo un esfuerzo sobrehumano para poder quitarse la vida porque no podía soportar su soledad. Su madre le dio todo su amor, pero su padre jamás reparó en él.

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