lunes, 4 de abril de 2016

Duatlones de menores. El lado oscuro


Vergonzoso. No somos capaces de encontrar otro adjetivo para calificar lo vivido el pasado sábado en la duatlón de San Juan de Aznalfarache, una prueba perteneciente al II Circuito Andaluz de duatlón de menores.

Quizás muchos en este momento piensen lo mismo, “sí, hubo fallos de organización”, “sí, hubo errores por parte de los jueces”, pero no, no es por eso por lo que sentimos vergüenza, la vergüenza nos embarga por la actitud irrespetuosa que muchos padres y madres protagonizaron esa mañana.

En el deporte como en la vida hay que tener respeto por los demás y este deporte se caracteriza por esto mismo. Desde hace más de 4 años nuestra hija entró a formar parte de esta “gran familia que es el triatlón” como así la definiera el presidente de la Federación Andaluza José María Merchán en la pasada Gala del Triatlón celebrada en Punta Umbría, gala que todos llevamos en la memoria, sí, la del pregón en la que alguien tuvo un sueño. Desde el momento en que nuestra hija participara por primera vez, sin tener referente de triatletas en la familia, nosotros empezamos a vivir este deporte como algo muy positivo, ya que sin conocer a nadie, el aliento y el apoyo se sentían en cada carrera y poco a poco fuimos conociendo deportistas y familiares por toda la geografía andaluza. Aunque los niños y niñas sean rivales cuando suena la bocina, las relaciones de compañerismo y deportividad han estado siempre presentes, antes, durante y después de cruzar el arco de meta.

Siempre había visto respeto por jueces y organización incluso en aquellas carreras en las que se había puesto en juego la integridad física de los deportistas en el recorrido de la prueba. El sábado ese respeto se esfumó y pudimos ver el lado oscuro del ser humano, ese que sale del entrenador de fútbol frustrado que habita en muchos padres y madres de los menores que practican ese deporte y que nunca hubiéramos imaginado verlo aflorar en una competición de duatlón, triatlón o acuatlón.

Quizás la popularización y el crecimiento de esta disciplina deportiva ha traído o incluso ha atraído a muchas personas que no consideran que su comportamiento es un ejemplo para sus hijos e hijas y para el resto de los presentes, pero sí lo son y las actitudes vividas el sábado son, simplemente, deleznables.

Nosotros no queremos y creo que muchos estarán en consonancia con lo que decimos (otros quizás no), que nuestra hija presencie estos comportamientos agresivos, descalificadores e increpantes y que además queden impunes y sin repercusión, afianzándose como método natural para resolver conflictos y reclamaciones.


Consideramos que la Federación debe reflexionar sobre qué medidas va adoptar y de qué forma controlar errores de recorrido, de vueltas o de comportamientos antideportivos por parte de los acompañantes. Evidentemente, los deportistas, no olvidemos que son niños y niñas, tienen que saber cuál es su cometido, conocer el recorrido y deben contar sus vueltas, pero los jueces tienen que supervisar quién es el que lo cumple y sobretodo el que lo incumple, con el objeto de tener un criterio sancionador. Aunque la honestidad se presuponga en los deportistas, no se puede dejar en manos de los valores de cada familia ni de la organización el cumplimiento de las normas federativas, más aún hoy día, que todos hemos visto la popularización y el incremento exponencial de participantes en este deporte. Creemos recordar que el presidente informó en la gala de Punta Umbría que las fichas federativas de menores habían crecido de 50 aproximadamente en las primeras convocatorias a más de 400 en la temporada en curso, lo que hace que se agoten las plazas en cada carrera (alrededor de 200 inscripciones). Este crecimiento genera también la necesidad de ampliar proporcionalmente el número de jueces presentes en cada prueba para que el cumplimiento de las normas y el buen funcionamiento permita que se siga percibiendo el sentimiento de que somos una “gran familia”, y si es posible, bien avenida.

José Paneque y Mar Márquez