lunes, 8 de octubre de 2012

Los muros de la defensa


Testigos históricos del paso de civilizaciones

La ciudad de Sevilla es uno de los destinos turísticos de la península Ibérica que pocos viajeros dejan escapar en sus visitas, sean éstas organizadas o por libre. Los tour-operadores no pierden la oportunidad de vender el triángulo andaluz que Sevilla, Córdoba y Granada forman con sus correspondientes cruces de civilizaciones. Las tres ciudades han sido testigos milenarias del paso y mestizaje de las diferentes culturas pobladoras de nuestra tierra, dejando vestigios arquitectónicos que hoy representan nuestro mayor tesoro. 

Sería imposible pensar que cualquier visitante no recordase o no hubiese fotografiado alguna puerta de La Mezquita desde cualquier rincón de la judería cordobesa; que desde la Torre de la Vela en la Alhambra no hubiese disfrutado del rojo atardecer que deja el sol al caer; o que no llevara grabado en la retina la vista de Sevilla desde su alminar recuerdo de su pasado musulmán. Sin embargo pocos son los que recaen en valorar los vestigios romanos que rodean el casco antiguo de nuestra urbe.


© Fotografía: José Luis L. Paneque


  
La ubicación geográfica y la navegabilidad de su río hacían a Sevilla ser una urbe muy accesible desde distintos flancos. Los cartaginenses fueron conscientes de su vulnerabilidad y fortificaron la ciudad con una muralla de madera y barro. Con el paso de los siglos y las diferentes culturas y pueblos que han enriquecido Sevilla culturalmente, fueron también haciendo lo propio con sus murallas. Algunos historiadores atribuyen la construcción o fortalecimiento del existente muro de defensa a los tiempos del emperador romano Julio Cesar (del 68 al 65 a.C.), durante la dominación del Imperio Romano en la península Ibérica, pero por las técnicas empleadas en su construcción, amalgama de cal y guijarros, dan pie a su asignación a los almorávides, bajo el dominio del sultán Alí Ibn Yusuf, en el siglo XII que logran el desarrollo más intenso de la misma con el objeto de protegerse de los reinos cristianos que veían cómo tomaban cada vez más fuerza en el norte de la península. Con posterioridad, los almohades y cristianos realizaron el trazado hasta completar cerrarla en torno al casco antiguo de la ciudad.


© Fotografía: José Luis L. Paneque


Fuentes: Wikipedia

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